Vivimos en un mundo acelerado, esclavo de las prisas y la velocidad; un mundo que nos contagia una sensación de estrés y desasosiego. Este ritmo frenético junto a la colección de tareas y obligaciones nos exige enfocar nuestra atención hacia el exterior, para evitar que se nos escape algo, pero a su vez nos aleja de nosotros.

Es casi imposible reservar unos instantes para mirarnos por dentro, para volcar los ojos hacia el interior y preguntarnos cómo estamos. De hecho, para algunas personas esta posibilidad ni siquiera existe porque nunca se la han planteado y mucho menos han llegado a experimentarla. Ahora bien, ¿es realmente posible?, ¿podemos aprender a conectar con nosotros? La respuesta es sí. La introspección puede ayudarnos.

El lenguaje de la introspección

El término de introspección ha sido objeto de múltiples interrogantes y controversias en los campos de la filosofía y la psicología. Ya en la Grecia Clásica, Platón se preguntaba: ¿Por qué no con calma y paciencia revisar nuestros pensamientos, y examinar a fondo y ver lo que estos aspectos en nosotros realmente son?, siendo comparada la introspección en ocasiones con la percepción y la memoria. Pero ¿qué significa realmente este término?

La palabra introspección proviene del latín introspicere y significa inspeccionar por dentro. Según Rosenthal, se trata del proceso a través del cual adquirimos un tipo de conciencia focalizada o atenta sobre nuestros procesos y contenidos mentales, que difiere de la conciencia casual, fugaz y difusa que se tiene diariamente sobre ellos.

Así, la introspección es un proceso mental por el que la persona mira hacia su interior y es capaz de analizar sus propias experiencias, es decir, realiza una auto-observación sobre sus procesos de conciencia (objetos privados, hechos mentales o cosas fenoménicas), con lo cual, puede conocerse en mayor medida.

Características de la introspección

El proceso de la introspección es complejo y requiere de entrenamiento  si se quieren obtener buenos resultados, además de tener una buena actitud de aceptación y sinceridad, y no dejarse llevar por la telaraña del autoengaño.

«Quien mira hacia fuera, sueña; quien mira hacia dentro, despierta»-Carl Gustav Jung-

Una parte importante de la introspección liberadora es la de identificar los vacíos. Estos vacíos incluyen las necesidades insatisfechas, la ausencia de respuestas frente a preguntas relevantes y las dificultades para precisar metas en algún aspecto de la vida.

Es importante analizar cuál de esas carencias es la que origina mayor dolor, insatisfacción o angustia.  Visualizar el panorama general y sopesar si hay soluciones puntuales a intentar. Si no es así, concentrarte entonces en los vacíos más fáciles de solucionar.

Practicar la introspección

La práctica de la introspección comienza por el acto de prestarse atención, de escucharse.  Ante cualquier situación que se nos presente o donde nos encontremos inmersos, en lugar de precipitarnos, sería recomendable que nos detuviéramos un momento y examináramos nuestro interior.

Observando y conectando con lo que sentimos comenzaremos a verificar nuestro estado interno. De esta forma, podremos llevar la atención a la situación de una forma más adecuada que si nos dejáramos llevar por el impulso inicial.

Este complejo proceso nos conduce a la reflexión profunda sobre lo que somos, sentimos y aprendemos, además de ofrecernos la posibilidad de avanzar en nuestro desarrollo espiritual. La introspección nos ayudará a discernir qué es lo bueno para nosotros, proporcionándonos herramientas para transformar las situaciones a las que nos enfrentemos e ir avanzando en nuestro camino.

Cada día es importante detenerse en el camino, para física y mentalmente, conectar con nosotros. Da igual dónde nos encontremos o qué estemos haciendo, lo importante es dirigir la atención hacia nosotros, hacia nuestro ser y nuestra esencia para conectar con el silencio y comenzar a escucharnos. Así, nos convertiremos en observadores desapegados de las situaciones externas.

La introspección tiene por lo tanto aspectos positivos y negativos, sirviendo como medio para perfeccionarse y progresar en la vida. Es un método útil para acercarnos a nuestra realidad anímica que proporciona la base hacia la estabilidad personal, permite la exploración más profunda de nuestro ser y la posibilidad de realizar cambios.

Así lo expresa Eckhart Tolle ”Cuando pierdes contacto con la quietud interior, pierdes contacto contigo mismo, cuando pierdes contacto contigo mismo, te pierdes en el mundo”

Meditación Samatha

Si queremos ir un poco más allá y realizar una práctica concreta de introspección, no haya nada mejor como la meditación.  Hoy en día es muy conocido el mindfulness, sin embargo, lo que poca gente sabe es que se corresponde con una versión light de la meditación budista Samatha.

¿En qué consiste esta meditación? Nos sentamos en el suelo con las piernas cruzadas (a ser posible la pierna derecha sobre la izquierda) o en una silla. Las manos sobre las rodillas. La espalda recta. El mentón ligeramente inclinado hacia abajo y la coronilla un poco levantada, como si un hilo invisible nos tirase hacia arriba. Cerramos los ojos y comenzamos a respirar profundo y lento.

En un primer momento relajamos el cuerpo. Pasados unos minutos centramos la atención en el abdomen. Dejamos que el cuerpo respire solo, sin forzarlo. A su ritmo. Unos cinco minutos después enfocamos la atención en la entrada y salida del aire por la nariz. Encontramos el punto en el que mejor sentimos la circulación del aire y contamos de 1 a 10 con cada ciclo de respiración (inhalación y exhalación). Para acabar realizamos tres respiraciones profundas.

Esta práctica descrita sería una versión inicial que cualquiera puede llevar a cabo. Es recomendable comenzar por unos 15 minutos. Si nos viene algún pensamiento a la cabeza lo observaremos pero no lo juzgaremos. No nos aferramos a él. La meditación Shamatha puede tener muchas variaciones y ser mucho más profunda, pero para quien nunca lo haya practicado, este pequeño resumen puede serle de ayuda.

En el diagrama que representa el desarrollo de la meditación Samatha, hay un elefante que simboliza la mente del meditador. Una vez que el elefante es domado, nunca vuelve a desobedecer a su maestro volviéndose útil para desarrollar numerosos trabajos. Lo mismo se aplica a la mente.