Querer a alguien es preocuparte por ese alguien, en este caso, nuestros hijos. Y preocuparnos e invertir tiempo en nuestros hijos jamás hará tampoco que se malcríen.
. Hay padres y madres que por ahorrar tiempo y evitar lágrimas o berrinches prefieren “la salida más fácil”: ceder.
Si mi hijo llora porque no le he dado la leche en la taza de su hermana mayor, acabo quitándole la taza a uno para dársela a otro. Y en efecto, puede que acabe antes y se terminen las lágrimas, pero lo que estaré haciendo, efectivamente, es ceder: “malcriar”.
Y puesto que les queremos, les enseñaremos a gestionar esas emociones. A que uno no siempre puede conseguir lo que desea, y a que la rabia, las lágrimas, no siempre son caminos para conseguir nuestros objetivos.
Les diremos que no, y puede que hoy lloren, al igual que mañana y pasado. Pero seremos firmes y seguiremos educando su resistencia a la frustración hasta que al final, lo entiendan.

NO hagas uso del chantaje emocional, utiliza la inteligencia Emocional
“Es que me vas a matar a disgustos” ”pórtate bien por qué si no ya no te querré” ”Si haces esto todos los niños se van a reír de ti” este tipo de chantajes emocionales no son una buena estrategia.
Recuerda siempre que la palabra tiene poder, y que los niños entienden mucho más de lo que pensamos.
Evita el chantaje emocional o daremos al mundo el día de mañana hábiles chantajeadores que harán infelices a otros.
Toda norma se argumenta, toda obligación o castigo debe explicarse para que el niño la entienda.
Atiende sus emociones e intenta que esa rabia, ese miedo o tristeza, contenida se traduzca siempre en palabras.
Dedicarles tiempo, mirarles a la cara y a su altura cuando te hablan y hacer que cada una de sus palabras sea lo más importante para ti, no hará jamás que se malcríen.
Darles voz, reconocimiento y autonomía en el día a día tampoco hará que se malcríen
Cuando les ofrecemos una responsabilidad y les damos un poco más de libertad, no estamos malcriándolos. Les ayudamos a crecer y asumir nuevos papeles, nuevos retos.
El apego en los primeros años de crianza ofrece seguridad al niño para crecer y descubrir el mundo desde nuestra mano.
Día a día, esa mano se ira retirando poco a poco para guiarles más con la palabra, con la mirada sincera, con el abrazo de quien sabe ofrecer reconocimiento, amor y ánimos cuando se necesita.
Ayudar a crecer a un niño es darles ejemplo cada día, es ofrecer tiempo de calidad y un amor sabio y pleno que no entiende de chantajes, que busca educar niños felices para dar al mundo adultos capaces, libres y maduros el día de mañana.
Espero te haya sido de utilidad!!!!!